domingo, 21 de agosto de 2011

Tu puerta.


Caminando entre mis sueños, un olor a violeta y jazmín me guió hasta tu puerta.


La entreabrí y allí te vi con tu vestido blanco de algodón, tumbada en una hamaca frente al mar de hierba... leyendo.


Vi tus sueños e ilusiones, observé tus anhelos y vi en el horizonte tu felicidad.


Sentí la necesidad de acercarme y darte un beso, pero al dar un paso al frente, vi como tus sueños se rompían, y tu felicidad se alejaba en el horizonte.


Entonces comprendí, que a veces para querer hay que renunciar a lo que amas.


Volví por mis pasos, y cerré despacito, sin ruido, sin que te dieras cuenta de que jamás estuve allí.

5 comentarios:

  1. Hermoso y encerrando una gran sabirduria: a veces para querer hay que saber renunciar a lo que amas, trsitemente cierto..

    Saludos

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  2. Gracias por vuestros comentarios. :)

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  3. ¡Cuanto dolor hasta llegar a comprender!... Preciosas tus palabras.

    Besito volado.

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