viernes, 19 de noviembre de 2010

Reintento


Sudor frío. Adrenalina. Sangre. Velocidad. Saliva... El corazón bombea a toda máquina. Mi cuerpo se mueve mecánicamente. Estoy corriendo rápido,... muy muy rápido. Avanzo por un camino oscuro que atraviesa un bosque. Los árboles pasan por el rabillo de ojo como fotogramas. No veo el final del sendero por lo que decido acelerar un poco más.

Oigo un aullido no muy lejano. Algo agresivo parece amenazar desde alguna posición cercana. Decido parar y preparame para lo que venga. Mi cuerpo adopta una postura adelantada de ataque pero preparado para la defensa. Observo a mí alrededor sin mover la cabeza. Tengo cubierto un ángulo de 180 grados. Todo parece en calma aunque sospecho que durará poco.

Un bufido rechina a mi espalda. El bicho parece que está muy cerca. Demasiado cerca. He de ser cauto, un mal gesto puede ser fatal. En el tiempo de un espasmo cruzo mis brazos en cruz buscando mi cintura con las manos. Desenfundo dos cuchillos largos de perfil bastante peligroso.

No sé cómo puñetas hago para girar y saltar al mismo tiempo. El caso es que me sale bien. Avanzo amenazador trazando zetas azules en el aire con los filos de las cuchillas. El monstruo asoma súbitamente y desenfunda sus garras hacia mí. Hago un amago sin pensar, soy la ostia de rápido una vez más,... a la par inyecto uno de los gemelos de metal en el costado de la bestia. Como suele decirse... como mantequilla, aunque me encuentro con la resistencia de músculos.

El grito de dolor atraviesa la noche. Parece que he alcanzado algún punto vital. Tenso mi brazo y tiro hacia atrás con un golpe seco. Arranco el cuchillo del cuerpo del animal. Sangre. Un enorme chorro de sangre aparece en el aire persiguiendo la trayectoria de mi puño. Creo que le he atestado un golpe mortal. La bestia cae. Parece que no ha sido tan difícil.

Una garra descontrolada surge súbitamente. Su sombra me cubre el rostro en un instante. Impacto. Calor en la cara. Un dolor agudo recorre mi cuerpo. Algo no va bien. Hay algo que no funciona. Me siento extraño. Me doy cuenta de que estoy cayendo. Todo gira a mí alrededor. Doy con la frente en el suelo con un ruido sordo, como de fruta madura caída de un árbol. Me como el polvo de camino. Me siento cansado...

Antes de cerrar los ojos tengo tiempo de ver caer mi cuerpo. Está frente a mí, a unos dos metros. El monstruo está caído a su lado. Hay un enorme charco de sangre. Mis párpados pesan... no puedo más... creo que... mi espíritu... yo... quizás...

...una melodía abraza a la noche. Una luz que desciende del cielo envuelve los cuerpos desplomados en el camino. Éstos se tornan traslucidos mientras se hunden en la tierra. Se desvanecen lentamente hasta desaparecer... la música cesa... silencio... oscuridad...

Pronto resucitaré. Será algo sencillo. Entonces abandonaré el cementerio y recorreré de nuevo el camino buscando venganza... esta vez no me dejaré sorprender... a la tercera va la vencida, dicen.

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